Acto 1: Las arenas de la determinación
Escena 1: El refugio
INT- EL REFUGIO - MAÑANA
Música extradiegética: Agua Roja - Hermanos Gutiérrez
Federico se bebe un vaso de agua, de un trago largo y sonoro. Los claroscuros anticipan decisiones importantes. Acostado en la cama contempla con atención un antiguo mapa de Al-Tasbih: la región sitiada por las tormentas de arena rosa. La habitación es fría pero brota de su frente una gota de sudor inesperada. En la pared, una vez blanca, ahora camina tranquilamente un tigre de Bengala en trazos de rotulador negro.
Pintarrajos de color rosa por todas partes, versos satánicos y proclamas rebeldes. La gota ya ha creado un cauce perfecto a través de la frente del joven. Del escritorio caen en forma de enredadera los rollos de pergamino amarillento, libretas de cuero roído y libros, muchos libros. Las ventanas sucias se tambalean con el paso de los autobuses en el Valle del Moro. Allí nadie sabe qué hay más allá del Rugido de las dunas, pero el Suspiro se erige puntiagudo a lo lejos como la gran referencia.
La voz rota de Federico resuena desde un rincón y la gota cae como lluvia en el desierto. Parece despertar así de un letargo.
–Los monstruos dentro de la habitación, donde pueda verlos.
El plano enfrenta las miradas miel de ambas bestias: fijas, ubicuas y terribles. Acompañan al travelling de la cámara, de un punto a otro de la habitación, como esos cuadros que sospechan de los visitantes de un museo. Vierte una ánfora antiquísima en su cantimplora. Prepara la mochila. Se viste. Sale de casa de un portazo. Millones de gotas brotan ahora por todo su cuerpo. La escena finaliza con un plano detalle de la brújula olvidada en su escritorio.